Interacción nutrición y ambiente en hembras en lactancia:

El consumo de alimento en hembras en lactancia para cubrir los requerimientos  nutricionales a fin de satisfacer una producción óptima puede ser un problema  en épocas de altas temperaturas ambientales, donde el consumo se verá reducido (Johnston y col., 2009). Por otra parte, la selección genética para mejorar la prolificidad ha provocado el aumento del número de lechones destetados y secundariamente, el incremento de las necesidades nutricionales (Parra y col., 2011). A su vez, la incorporación de líneas genéticas con altas tasas de deposición de músculo está asociada a menores reservas de grasa corporal y menor índice de consumo voluntario (Renaudeau y col., 2001).

El déficit nutricional de las hembras lactantes se asocia con pérdida de peso de la hembra, menor producción láctea, aumento del intervalo destete-celo y menores tasa de ovulación en el celo siguiente (Whittemore, 1996). Siendo así, el objetivo nutricional en las hembras en etapa de lactancia es doble: por un lado, permitir el mayor crecimiento de la camada y por otro, preservar la capacidad reproductiva de la cerda. El crecimiento de la camada está asociado a la producción láctea, mientras que la preservación de la capacidad reproductiva  es reflejo de las modificaciones hormonales y de mediadores metabólicos que se producen en el organismo del animal. Ambos aspectos están ligados a la temperatura ambiental efectiva y al consumo de alimento (Silva, 2004). Siendo así, el estrés por calor perjudica las características productivas y reproductivas de las cerdas, el cual comienza al salir de la zona de termoneutralidad (18 a 22 C), y luego de alcanzar la temperatura crítica superior, los trastornos son aún más acentuados.

El efecto térmico del alimento puede ser explicado como el calor que se genera debido al catabolismo de los alimentos. La digestión y metabolismo de los alimentos incrementa la producción de calor, el cual ha sido referido con el término de incremento calórico (Musharaf; Latshaw, 1999). Este incremento calórico varía en los diferentes nutrientes, siendo  de 9 % en los lípidos, 17 % en los carbohidratos y 26 % en las proteínas. Este alto poder de incremento calórico de las proteínas es debido principalmente a las complejas reacciones  metabólicas propias de los aminoácidos (Fialho, 2001). Así, es posible utilizar estrategias nutricionales como la reducción de la proteína bruta dietética y la formulación con el concepto de proteína ideal, ya que, el incremento calórico generado por la proteína es mayor que el de los carbohidratos y lípidos (Musharaf; Latshaw, 1999).

El exceso de proteína en la dieta lleva a un mayor catabolismo de la misma, siendo una de las características de las dietas básicas (maíz y soja) comúnmente utilizadas. La adición de fibra agudizará el problema, debido al elevado valor de incremento calórico que posee. Al minimizar el exceso de proteína, puede ser minimizado el efecto termogénico de la dieta y así, aumentar el consumo voluntario de alimento.

Dietas con bajo tenor de proteína bruta y adición de aminoácidos sintéticos o industriales, respetando el concepto de proteína ideal  conjuntamente con la utilización de aceites o grasas, resultan en una baja producción de calor (Noblet, 1987). Raciones con niveles de proteína bruta disminuida, suplementadas con lisina, tienden a ser más eficientemente utilizadas en los cerdos sometidos a stress calórico, debido al menor incremento calórico generado (Fialho, 2001). Sin embargo, debe ser considerado que el exceso de lisina en relación a los otros aminoácidos esenciales para equilibrar su adición, no ameniza los efectos negativos de la exposición a ambientes cálidos (Moran Jr., 2007).

CONSUMO VOLUNTARIO, CALOR Y HORMONAS:

La disminución del consumo en situaciones de alta temperatura ambiente se relaciona probablemente con una disminución de los requerimientos de energía de  mantenimiento (Xavier, 1995). Estas modificaciones metabólicas están regidas por diferentes patrones hormonales.

Al incrementar la temperatura por encima de la zona de confort, se reduce la producción de calor vía sistema digestivo, mediante la disminución de la ingestión de alimentos y aumentando la pérdida de calor por evaporación, intentando mantener la homeostasis térmica (Messias de Bragança, 1998). Con el objetivo de mantener la producción láctea, las cerdas utilizan las reservas de los tejidos corporales, trayendo así perjuicios luego del destete (Spencer, 2003).

Teniendo en cuenta que la circulación de sangre en la glándula mamaria está relacionada con la producción de leche, se ha postulado que, en situaciones de alta temperatura ambiental, ocurre un aumento en el flujo de sangre a los capilares de la piel, disminuyendo así la cantidad de sangre a la glándula mamaria y concomitantemente la producción de leche y peso de la camada al destete (Noblet; Renadeau, 2003). Este efecto puede estar mediado por la disminución de los niveles de hormonas tiroideas que se observa en estas situaciones, donde las concentraciones sanguíneas de T3 y T4 tienen una relación inversa con la temperatura ambiental (Curtis, 1983).

La insulina, cuya función en el tejido mamarios es la de aumentar la captación de aminoácidos, glucosa y ácidos grasos por las células secretoras, tiene concentraciones disminuidas en hembras alojadas en ambientes con temperaturas por encima del nivel crítico superior ( Pérez Laspiur, 2006).

Las alteraciones que ocurren en la composición de la leche, son resultado de alteraciones, aún no bien definidas, en la síntesis, absorción y metabolismo de los sustratos que son utilizados por la glándula mamaria para sintetizarla. Glucosa, triglicéridos, ácidos grasos, aminoácidos y lactato son así alterados (Noblet, 2003). El crecimiento de los lechones es limitado por la cantidad y calidad de la leche que ingieren. Los sustratos para la producción viene de las reservas corporales o de la dieta; siendo las reservas del cuerpo los determinantes más importantes durante el inicio de la lactación, tornándose luego más importante los sustratos derivados de la dieta (Williams, 1989).

CONSUMO VOLUNTARIO, CALOR Y TRIPTOFANO:

El triptófano es un aminoácido esencial en las cerdas en lactancia, siendo sus funciones, entre otras, participar en la síntesis de proteína muscular, y como precursor de la serotonina, neurotransmisor involucrado en el estímulo de ingestión de alimento (Henry, 1992). Desbalances en la relación de triptófano: aminoácidos de cadena ramificada (valina, leucina e isoleucina), como las que se pueden observar en dietas de alto valor de PB, pueden generar competencia a nivel intestinal y encefálico, provocando una menor disponibilidad de triptófano y consecuentemente, una disminución en el consumo (Pereira, 2008).

Algunos trabajos han encontrado que los niveles de triptófano dietario que provocan mayor desempeño de los animales varió de acuerdo con la temperatura ambiente, habiendo entonces una alteración en la proteína ideal (Gous, 2002).

CONCLUSIONES:    

Las condiciones de stress por calor impactan negativamente en la productividad de las cerdas, acentuándose en las hembras de primer y segundo parto. Disminución del consumo, menor peso al destete, pérdida excesiva de score corporal, aumento del intervalo destete-celo y disminución de los lechones nacidos son los parámetros más comúnmente afectados en la época de alta temperatura encontrados en la práctica.

La utilización de tecnologías que permitan controlar el ambiente de las maternidades debiera ser considerada como las medidas más importantes en la solución de los trastornos ocasionados por stress térmico.

Las medidas nutricionales, algunas de las cuales fueron precedentemente descriptas, pueden ser herramientas que permitan mitigar el problema. La utilización de alimentos diferenciados para cachorras y adultas es una medida recomendable en hembras hiperprolíficas, principalmente en los meses cálidos del ano.

La forma y presentación de la dieta (pelletizada, palatabilizada) y el manejo de la alimentación   (frecuencia y horarios de suministro, humedecimiento de la ración, estímulo al consumo, etc.) son estrategias aconsejables.

En situaciones, como las encontradas en la práctica, donde las oscilaciones térmicas son habituales, el organismo de las cerdas ajusta su metabolismo concentrando las actividades de ingesta en los momentos fríos del día (inicio de la mañana e inicio de la noche) (Quiniou, 2000). Estos momentos debieran ser considerados en la puesta en práctica del programa de alimentación.

Otro punto que no debe descuidarse es el manejo del score corporal, estando documentado que hembras que ingresan al parto con exceso de grasa corporal  poseen un menor consumo en la lactancia, acentuando aún más los bajos consumos propios de las estaciones cálidas.

El agua debe estar disponible a voluntad, con un flujo correcto (2 lts/min), a temperatura adecuada y cumplir con las características físico-químico y biológicas exigidas.

 

Agradecimiento: Jhon Armando Parra Martin.

 

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Santiago Capalbo

Director Técnico Bioter S.A